Declaración de constitución de la corriente

Declaración de la corriente del NPA

« Anticapitalismo y Revolución »

1. Una situación contradictoria : ofensiva de las burguesías, luchas de masas a escala internacional, resurgimiento del reformismo y de la extrema derecha.

Frente a una crisis mundial que se continúa sin perspectivas de solución y a las burguesías del mundo que intentan hacerles soportar su peso, las clases populares, los trabajadores y los pueblos no dejan de luchar. Los procesos revolucionarios en África del Norte y en el Medio Oriente continúan y se extienden a nuevos estados. Grandes luchas afectan a cada vez más países en todos los continentes (de Turquía a Brasil, de Bulgaria a Bangladesh…). Que el socialismo no se haya transformado nuevamente en una idea creíble para la gran mayoría de los que luchan, es un contrapeso para los diferentes movimientos, pero eso no impide que la situación le dé una nueva actualidad a las cuestiones estratégicas, a la cuestión del poder de los trabajadores y de la revolución para los anticapitalistas revolucionarios. Asistimos a la expresión multiforme de una revuelta que es mundial.

Al mismo tiempo, fuerza es constatar que los países centrales de la Unión Europea (Alemania, Francia, Italia, Reino Unido) escapan por el momento a esta dinámica internacional. Asistimos a una degradación generalizada, que tiende incluso a acelerarse a nivel de las organizaciones que se reclaman del movimiento obrero, de la relación de fuerzas entre las clases así como del nivel de conciencia en el seno mismo del mundo del trabajo. Por ahora las clases dominantes consiguen imponer regresiones considerables a la clase obrera en Europa.

Esta situación de luchas y las relaciones entre las clases pueden cambiar rápidamente, pero también pueden instalarse de manera durable. Tanto la posibilidad de que el NPA haga frente a la crisis que conoce, como la construcción en su seno de una corriente que contribuya a hacerlo eficazmente, dependen en buena parte de nuestra capacidad para hacer frente a los aspectos contradictorios de la situación y para aportar una respuesta política más profunda y más homogénea de lo que fue realidad en el pasado. 

En ese contexto, dos fenómenos políticos, en parte nuevos, aparecieron en los últimos años en Europa. El primero es el crecimiento de la extrema derecha (con sus diferentes variantes que van desde los partidos nacionalistas populistas hasta las formaciones abiertamente fascistas), que se explica por la crisis económica, la extensión de los ataques de la clase dominante y los nuevos retrocesos en la relación de fuerzas. El segundo es la reaparición o el fortalecimiento de los partidos y coaliciones reformistas antiliberales claramente diferenciadas del social-liberalismo, pero que, dada su política institucional, sus vínculos con las direcciones sindicales y con el Estado, colaboran a diversos niveles con los Partidos Socialistas.

En Francia, la instalación del Frente Nacional en el paisaje político y su creciente influencia en los medios populares, están a punto de pasar un hito significativo. Tanto por su pasado, que se refleja todavía en la composición de su aparato dirigente, como por los vínculos que sigue teniendo con diversos grupúsculos de la extrema derecha, el FN sigue siendo, potencialmente, una organización a partir de la cual podría construirse, en otras circunstancias, un partido de tipo fascista. Pero por ahora, el peligro principal reside en su capacidad para explotar el desconcierto profundo que existe en las clases populares frente a la ausencia de una perspectiva de emancipación colectiva, más que en su capacidad para reclutar a una pequeño-burguesía lista para luchar contra las organizaciones del movimiento obrero, o a expresar los intereses de una clase capitalista que tiene, por el momento, muchas otras cartas en la mano para mantener la paz social.

Los objetivos esenciales de esta etapa son reconstruir una perspectiva de emancipación, cambiar las relaciones de fuerza entre las clases sociales, y permitirle, simplemente, al mundo del trabajo volver a obtener victorias, aun parciales, en el terreno de la lucha de clases. Denunciar al “fascismo” o pretender prohibir la aparición de un partido que no sería “como los otros” no permite hoy en día combatir el crecimiento de la extrema derecha. Por el contrario, hay que tratar de construir cada vez que sea posible una respuesta militante y unitaria contra la extrema derecha. Frente a los posibles éxitos electorales del FN, debemos denunciar en primer lugar el carácter burgués, anti-obrero y racista de este partido que aspira a instalarse en las instituciones, y su fácil corrupción, tal como lo demostró en el pasado reciente.

El resurgimiento del reformismo tomó la forma del Frente de Izquierda, lanzado al mismo tiempo que se fundaba el NPA. Rápidamente, en una situación que nos era desfavorable, sufrimos esa presión y eso condujo a nuestro partido a sufrir varias rupturas, la última de las cuales incluyó a un sector central de la vieja dirección.

2. La evolución de la orientación mayoritaria justifica la formación de una corriente.

La ruptura con la GA y la campaña Poutou mantuvieron la separación organizativa con los reformistas. Sin embargo, eso no permitió clarificar la orientación del NPA.

Aún si hay diferentes orientaciones que cohabitan en el seno de la nueva mayoría que se constituyó después de las elecciones presidenciales de 2012, esta retomó, a través de la consigna “gobierno anti austeridad”, la política del “frente social y político” concebida en lo esencial como una política permanente de interpelación, discusión y búsqueda de acuerdos políticos con el Frente de Izquierda. Así, a las dificultades reales de la situación objetiva se suma una persistente crisis de orientación. 

El objetivo político de nuestro partido, la revolución socialista, implica la aplicación de una política de frente único adaptado. El frente único tiene una doble dimensión. La primera es la dimensión estratégica: es la unidad de millones de trabajadores que permitirá oponerse a la burguesía. Proponemos la unidad de acción a todas las fuerzas del movimiento obrero - de la base al más alto nivel de la dirección, cualquiera que sea su posicionamiento en relación al gobierno -, para actuar en cuestiones o situaciones precisas. El criterio que determina la unidad es que ella permite la puesta en acción de nuestro campo social en la perspectiva de obtener una victoria por nuestras reivindicaciones inmediatas que nos permita retomar la confianza en nuestras propias fuerzas y hacer posible la auto-organización y la posibilidad de superar a las organizaciones existentes y los aparatos sindicales. Sin embargo, no nos alineamos sobre sus posiciones: libramos las batallas que sean necesarias sobre las consignas y la estrategia militante, e incluso organizamos la participación en contra de la política de estas direcciones. Más aún, es necesario, a veces, saber actuar solos tomando la iniciativa cuando actuar con los reformistas sea imposible. Estamos a favor de desarrollar a todos los niveles todas las formas de auto-organización, de comités de huelga y de lucha y de coordinadoras en la perspectiva de tomar el control de toda la sociedad, lo que supone para los explotados y oprimidos comenzar por controlar sus propias luchas. 

No estamos de acuerdo con la orientación de los “gobiernos contra la austeridad” ni con dar la prioridad al debate público con « todas las fuerzas que no participan en el gobierno ». El objetivo de un partido es plantear la cuestión del poder. Pero no se puede reducir la cuestión del poder a dar una respuesta en términos de gobierno. El “gobierno de los trabajadores”, cuya necesidad defendemos, es un gobierno cuyo objetivo es poner en cuestión el derecho de los capitalistas a dirigir la sociedad, y no podrá ser el resultado de combinaciones parlamentarias en el marco de las instituciones burguesas. Solo podrá surgir de un gran movimiento de movilización y de auto-organización de los trabajadores y la juventud (huelgas de masas, huelgas generales, manifestaciones, ocupaciones, requisiciones…), de un doble poder, de un « nuevo mayo ’68 que vaya hasta el fin ». Avanzamos la consigna de gobierno de l@s trabajador@s como consigna transitoria, partiendo de las luchas para avanzar hacia la caída del capitalismo. Para eso hay que responder a la pregunta « qué harían ustedes en el lugar de Hollande? » o aún explicar en qué nuestro accionar será diferente del de los partidos del Frente de Izquierda. Nuestra respuesta debe articularse alrededor de dos puntos: las medidas transitorias que tomará ese gobierno (prohibición de despidos, requisición de los bancos, etc.) y la base a partir de la cual podría surgir un tal gobierno: la necesario auto-actividad de las masas trabajadoras.

Pero la defensa de esta perspectiva de manera efectiva y práctica, implica también poner nuestra implantación y nuestra intervención a su altura y, más aún, a la de nuestro objetivo estratégico: la toma del poder por los trabajadores. Ahora bien, la mayoría del congreso no se dio los medios para hacer de la intervención y de la construcción una prioridad real, especialmente aquella que es indispensable: en dirección de las empresas y la juventud.

Durante el congreso del NPA de febrero de 2013 la Plataforma Y llevó adelante dos batallas que eran, a nuestros ojos, esenciales para el NPA y su intervención en la lucha de clases. Por un lado, la batalla por la independencia política de los anticapitalistas revolucionarios, con la voluntad de anclar la intervención y la construcción del NPA en las empresas y en la juventud. Por el otro, la profundización de una discusión sobre el balance del NPA y de nuestro proyecto de partido, que fue el objeto de un texto alternativo. Alrededor de un tercio (32%) de los militantes del NPA sostuvieron nuestras posiciones sin que hubiera por parte de la mayoría, la más mínima voluntad de asociarnos de otra forma que sobre la base de una aceptación pura y simple de su propia política. 

Es debido a que al final del congreso no vimos otra posibilidad para cambiar esta situación que organizar la continuación y el fortalecimiento de nuestro combate político que decidimos no sólo no disolver la PY, sino explorar la posibilidad de transformar esta plataforma en una corriente interna, dotándola - sobre una duración indefinida - de más coherencia y medios de intervención. 

La evolución del NPA y de su dirección después del congreso, confirma el análisis que habíamos formulado y la perspectiva que nos trazamos. La crisis de orientación y de dirección continúa y se profundiza, mientras que continúan cohabitando en el seno del NPA diversos proyectos de partido, entre ellos, el mayoritario de « reunión de todos los anticapitalistas ». Todo lo cual crea una gran confusión que se expresa, igualmente, en el voto por la Plataforma W, que cuestiona la utilidad misma de un partido que funcione sobre bases centralizadas. A tal punto que las diferentes orientaciones que cohabitan en el seno de la mayoría terminan por impedirle jugar su rol de dirección.

El ejemplo más claro de esta situación lo da la preparación de las elecciones municipales: la variedad de listas que implican al NPA (anticapitalistas independientes, comunes con el Partido de Izquierda y/o otros sectores del Frente de Izquierda, o comunes con el Frente de Izquierda de conjunto en general bajo la dirección del PCF) da lugar a una cacofonía en el cuadro de la cual la misma línea oficialmente votada resulta inaudible. Los acuerdos locales a los que ya se ha llegado con el Frente de Izquierda en ciudades importantes no hacen sino sancionar su estrategia y su política. En lugar de actuar sobre las contradicciones de los reformistas, son ellos los que una vez más actúan sobre nuestras debilidades.

El Consejo Político Nacional y el Comité Ejecutivo siguen dedicando más tiempo a discutir la política “unitaria” con el Frente de Izquierda que a orientar las tareas de intervención en la lucha de clases y de construcción del partido. Las grandes cuestiones que se presentan a los trabajadores y a los revolucionarios a nivel mundial, europeo y nacional no son tratadas sino de manera puntual y superficial.

3. Un desacuerdo estratégico que tiene consecuencias políticas y prácticas.

Pero estos desacuerdos van más allá de las cuestiones de simple táctica. La consigna “gobierno contra la austeridad”, entendida como la prolongación de una “oposición de izquierda” que se construiría para enfrentar a Hollande-Ayrault , es la consecuencia de una hipótesis estratégica equivocada. Para comprender la cuestión, hay que hacer un desvío por Grecia, donde la dirección de la IV Internacional defiende una consigna similar: “gobierno de izquierda”, y sobre todo explica que un gobierno de ese tipo podría ser una “transición posible” hacia una transformación radical de la economía y de la política. En el mismo sentido, la resolución adoptada mayoritariamente en el congreso y defendida por los camaradas de la posición X declara que: « la proposición de gobierno de la izquierda unida, de “salud social”, podría ser un primer paso hacia la reorganización del país sobre una base anticapitalista. »

Volvemos así a la hipótesis estratégica que fuera formulada de manera más sistemática por los camaradas de la Gauche Anticapitaliste y que podemos resumir así: en los países capitalistas avanzados, la ruptura con el sistema pasará por una combinación de movimientos de masas y de victorias electorales.

Se trata de una hipótesis equivocada: lejos de ser un punto de apoyo para la transformación revolucionaria de la sociedad, los gobiernos de la izquierda “radical” o de izquierda encabezados por organizaciones reformistas, tarde o temprano, siempre se han transformado en obstáculos contra los trabajadores. Frente a estar organizaciones, es necesario tener una táctica cuyo objetivo es disputar su influencia y su audiencia, pero los anticapitalistas no podrán en ningún caso obviar la necesidad de romper con ellas. Sin embargo, la cuestión de la ruptura o de las rupturas en el seno del frente único es esquivada por los camaradas de la mayoría, y reemplazada por una visión estratégica lineal: el gobierno anti-austeridad es la prolongación de la oposición de izquierda, la reorganización del país sobre una base anticapitalista es la prolongación del gobierno de izquierdas.

Esta orientación relativiza el hecho que sólo la movilización y la auto-organización de los asalariados podrá modificar la relación de fuerzas y abrir la vía a un gobierno que represente sus intereses, en una dinámica que no puede ser otra que la del derrocamiento del sistema capitalista. Es por eso que mantenemos la necesidad de una orientación independiente en la que la construcción de una alternativa revolucionaria, de un gobierno de los trabajadores que abra la vía al socialismo, se apoye sobre las tácticas del frente único para y en las lucha, que no implique ningún acuerdo político - y aún menos de gobierno - con los reformistas antiliberales. 

Se trata de una hipótesis que tiene consecuencias potencialmente graves en cuanto al tipo de partido que debemos construir. En efecto, si las victorias electorales son una de las claves para la ruptura con el sistema, entonces hay que construir organizaciones adaptadas para las elecciones. El informe sobre la situación en Europa presentado durante el Bureau Ejecutivo de la IV Internacional de octubre 2012 deplora la incapacidad a corto término de las organizaciones anticapitalistas « para transformarse en poderosos referentes electorales, en un momento en el que esto es más necesario que nunca dado el avance de las políticas de austeridad ». De allí a concluir que los anticapitalistas y los revolucionarios deben, para transformarse en esos referentes, unirse a organizaciones o coaliciones más grandes, incluyendo corrientes o partidos reformistas, no hay más que un paso. Un paso que ya dieron los camaradas de la GA, y que da, por otra parte, el informe citado cuando dice: « es por eso que hay que colocar la construcción de organizaciones anticapitalistas y revolucionarias en el marco de la perspectiva más amplia de construcción de nuevos útiles políticos unitarios…»

Por el contrario, pensamos que debemos avanzar en la construcción de una fuerte organización marxista, anticapitalista y revolucionaria, susceptible de llevar adelante una política unitaria audaz y abierta sobre las otras corrientes, capaz de definir en su seno una orientación coherente y ampliamente compartida a escala de todo el partido. Un partido centrado sobre la intervención en la lucha de clases, que intervenga prioritariamente en la clase obrera (clase de asalariad@s y explotad@s) que es la única que puede dirigir el proceso revolucionario hacia el socialismo. Un partido que intervenga, por lo tanto, y ante todo, en las empresas y los lugares de estudio donde se concentren los trabajadores en formación. Lo que no significa dejar de lado las luchas feministas, ecologistas, antirracistas, sino que en esos terrenos también es la intervención de los trabajadores y trabajadoras que será decisiva. Un partido que, para ganar en fuerza y eficacia, deberá hacer el esfuerzo de ofrecer a sus militantes una verdadera formación marxista.

Un partido que sea igualmente plenamente internacionalista, no simplemente en nombre de una solidaridad moral, sino sobre la base de la conciencia que la revolución socialista no puede ser sino internacional, y que necesita de una construcción política internacional. Los principios fundadores adoptados en 2009 concluían afirmando que « el NPA iniciará el diálogo y la colaboración política con otras fuerzas anticapitalistas y revolucionarias en el mundo en la perspectiva de la constitución de una nueva Internacional. » Esa perspectiva sigue siendo la correcta. Algunos miembros del NPA son hoy en día miembros de una asociación común con la GA y C&A que adhiere a la IV internacional. Existen numerosos vínculos, en especial a través de los RIJ. Pero las relaciones del NPA con la IV, así como con otros reagrupamientos revolucionarios internacionales, no son controladas colectivamente ni por el partido ni por sus instancias. Es necesario, en la perspectiva del próximo congreso, abrir este debate y, más en general, el de la construcción de una Internacional.

4. Una corriente para cambiar al NPA, su orientación y su dirección.

Partiendo de los logros de la Plataforma Y, la corriente que constituimos se da por objetivo un cambio global de la orientación del NPA en el sentido antes indicado, lo que implica también redefinir el proyecto del partido en el período actual.

Al mismo tiempo, evidentemente, los militantes continuarán el trabajo de construcción del partido a todos los niveles. La corriente debe servirnos para ser más eficaces, debe ser una herramienta para la intervención de los militantes, especialmente alrededor de nuestras prioridades: acción en los comités, estructuración de ramas, formación, construcción en la juventud y en la clase obrera… Afirmamos que la constitución de esta corriente significa también nuestro profundo apego al NPA, a su construcción y a la solidaridad fraternal y política con el conjunto de los camaradas.

Tanto el cambio global de la orientación del NPA como la redefinición del partido en el período actual pasarán, evidentemente, por el surgimiento de una nueva dirección. Sabemos que eso no provendrá sólo del crecimiento lineal de nuestra corriente política, sino que implicará recomposiciones internas, especialmente con sectores de la dirección que hoy cohabitan en la nueva mayoría. Somos igualmente conscientes de que esta batalla política no terminará con el próximo congreso, sino que deberá continuar a más largo plazo. Nos organizamos hoy para contribuir a ese proceso y hacerlo llegar a buen término en el futuro.

Esta batalla por el surgimiento de una nueva dirección pasará a la vez por las demostraciones militantes, por la formulación y la defensa cotidianas de otra orientación y por el hecho de llevar adelante debates estratégicos en el partido. Buscamos alimentar el debate con respecto a los medios para la toma del poder por los trabajadores, apoyándonos en los logros del marxismo, para confrontarlos con las experiencias de las luchas y los levantamientos actuales en las diferentes regiones del mundo.

Al mismo tiempo, y guardando en vista el mismo objetivo, nos esforzaremos por ayudar concretamente a los comités (tanto aquellos donde están presentes nuestros camaradas, como aquellos en que tal no sea el caso) para que desarrollen su intervención y formulen su política en la lucha de clases.

La nueva corriente nace oficialmente el 30 de noviembre y 1º de diciembre de 2013. Son miembros todos aquell@s que se reconozcan en los textos de la PY del último congreso y en la presente declaración.

La corriente es dirigida por aquellos de sus miembros que la representan en el CPN. Para su intervención cotidiana en la vida del NPA, se dota de un equipo de animación nacional. Este, en vinculación con la representación de la corriente en el CPN, será responsable de la organización de reuniones periódicas nacionales y regionales, de la lista de difusión y de la publicación de sus posiciones y elaboraciones a través de una revista y/o un boletín. Estos materiales no tienen por objetivo reemplazar las publicaciones del NPA sino ser una herramienta para llevar adelante discusiones sobre las orientaciones que defendemos en el partido y en nuestros medios. (+sitio) electrónico [el debate tendrá lugar dentro de la PY sobre su objetivo, modalidades, medios y público a quien será dirigido]. El equipo de animación será elegido en la reunión nacional de constitución y será reelegible en cada nueva reunión nacional. 

Adoptada el 1° de diciembre 2013.

Traducción de Virginia de la Siega